¡Qué coño pinto yo en mí!

10 Junio 2022
¡Qué coño pinto yo aquí!

Le temblaba la voz y un sudor frío le recorría la espalda. Estaba nervioso. ¿A quién se la había ocurrido acceder a hablar en público? Bueno, ¿a quién se le había ocurrido dedicarse a lo que se dedicaba cuando le costaba tanto exponerse frente a un auditorio? ¿Por qué no se había dedicado a escribir en lugar de dar clases? Podría haber hecho como Thomas Pynchon y llevar una vida alejada de todo ese ruido. Pero no tenía el suficiente valor. Toda su vida estaba llena de contradicciones. Tampoco imaginaba que años más tarde saldría del armario y dejaría a su mujer.

Estaba frente a un montón de gente desconocida, rodeado de niñatos de buena familia que jugaban a ser escritores, intentado ser ocurrente mientras autocensuraba cada uno de sus comentarios. Estaba horrorizado. No era gracioso y la gente respondía con unas risas forzadas.

-¿Qué diantres hago yo aquí?- No sé le habría ocurrido exclamar un "qué coño pinto yo en esto". Demasiado vulgar, aunque es lo que le pedía el cuerpo. Soltar un buen improperio.

No paraba de lamentarse para sus adentros, y eso le impedía soltarse y actuar con un poco más de normalidad.

No se había puesto en el centro del escenario porque se sentía desnudo. Sin quererlo, se había ido apartando poco a poco hacía un lateral y había acabado medio escondido detrás de una escalera metálica que había en un extremo de la tarima. Lamentable.

Todavía le quedaba una hora por delante y prometía ser una de las horas más largas jamás recordadas.

Suerte que tenía sus notas en la mano, pero cada vez que intentaba echar un vistazo, el tembleque le hacía casi imposible la lectura. Sólo le faltaría quedarse en blanco.

Cincuenta minutos más y la pesadilla habría acabado. Y dentro de dos años se jubilaría y su vida cambiaría del todo. Lo que en ese momento no imaginaba era lo del armario.

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Kike Fernández

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